Horno microondas



Dice un artículo: “Un microondas, si se trata bien y se mantiene limpio, puede durar unos 10 años, de acuerdo al uso que se le dé: en promedio, dura entre 2500 y 3000 horas de funcionamiento al máximo. Cuanto más viejo es, irá perdiendo potencia gradualmente. Esto se empezará a notar aproximadamente a los 5 años (de acuerdo al uso que se le haya dado). A partir de entonces, necesitará comenzar a aumentar los tiempos de cocción en períodos de + o – 30 seg, según su microondas”… Al parecer este y otros artículos y sus fechas de caducidad no aplica en nuestro caso. No estoy seguro, pero compramos nuestro actual microondas a principios del 2000, lo que nos lleva a calcular unos 17 años de uso ininterrumpido. Obviamente no puedo decir que ocupamos más o menos horas de las 2500 a 3000 que debería funcionar. Pero recientemente dejó de cumplir su función. Y nos hemos dado cuenta, que algo que es parte de nuestro diario común, no está, y hace tanta falta. Estamos acostumbrados a lo instantáneo. Nace la interrogante, que dura unos segundos, ¿y ahora, cómo descongelo algo?, o ¿cómo caliento mi comida?, o simplemente ¿cómo derrito mi queso?, Hay que recurrir al método lento. Poner la comida en una cacerola y a la hornilla de la cocina, o sacar lo congelado varias horas antes, o calentar el queso en el horno (en todo caso queda mejor). 

Dios me enseña paciencia a través de mi impaciencia. En el reino espiritual no todas las cosas son instantáneas. A veces las respuestas son inmediatas. Les compartía hace unos días acerca un dolor de cabeza (de esos que dan por todo el cuerpo) me dio en medio de una actividad de la iglesia. Me fui a la oficina a recostar a un sillón, y un hermano, de esos que están pendientes de todo, me siguió, oró reprendiendo el dolor de cabeza y de inmediato me repuse. Esas son respuestas de microondas. Pero no siempre es así. A veces hay que poner al horno y esperar el cumplimiento del tiempo. 

He aprendido a disfrutar de la manifestación gloriosa de Dios, pero también he aprendido que Dios está en el silbo apacible, cuando Dios calla, o cuando parece esconderse, en espera de mi maduración. Una cosa tengo clara, Jesús prometió que estaría conmigo todos los días, hasta el fin del mundo, y si él lo dijo yo lo creo. Así que cuando aparentemente está ausente o calla, tengo la convicción que está conmigo. Esta es la contradicción, que todo hombre o mujer llamado por Dios, tendrá que aceptar: Disfrutar de su manifestación y disfrutar de su silencio.

Trato, como recomendara el apóstol, de vivir siempre en el Espíritu, de moverme con él, pero confieso que no siempre escucho su voz. Me apasiona el ejemplo de Moisés. Cómo Dios hablaba con él cara a cara como con un amigo. Waw… cómo llegar a eso… me llama a curiosidad lograr ese nivel de amistad. A veces, frente al desafío de entregar el mensaje al pueblo, la voz del Espíritu Santo es tan clara que no tengo duda de cómo empezar, qué desarrollo, qué contexto bíblico usar, y qué llamado realizar, sin embargo, otras veces, Dios calla. Puede ser por falta de búsqueda, o porque simplemente sus  caminos no son nuestros caminos, ni sus pensamientos nuestros pensamientos.

Sé que estamos a puertas de la gran cosecha, y lo que a mí me ha tardado décadas, he visto a bebés espirituales alcanzar lo mismo con harto menos experiencia. A lo mejor Dios conmigo usó el horno lento, pero a otros los pone en el microondas. Eso me lleva a no confundir manifestación de dones con el carácter. El carácter va a respaldar esos dones, que en el recién convertido, son una manifestación del poder de Dios. 

Cito parte de un blog que publiqué hace un tiempo:
La forma de proteger los dones es por medio del carácter. Pablo dice en Gálatas: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia… Habilidad o carisma son protegidos por el carácter. Los dones del Espíritu son protegidos por el fruto del Espíritu. ¿Cuál es más importante?... Ninguno es más importante que el otro. Si queremos ser fieles representantes del Reino de Dios en la tierra necesitamos el carácter y la manifestación del poder de Dios.

No puedo justificar que no tengo la manifestación del poder de Dios porque Él (Dios) ha forjado mi carácter. Cuando una persona llega a Cristo es equipada por el Espíritu Santo al momento de la conversión. Así podemos ver un recién convertido hablando en lenguas, o manifestando cualquier don otorgado por el Espíritu Santo. Así como tampoco puedo justificar la ausencia de carácter porque tengo los dones. No puedo preferir lo uno sobre lo otro. 

Entonces, puedo manifestar el poder del Reino de los cielos a través del carisma  o los dones otorgados por Dios, pero sin el fruto del Espíritu no llegaremos a ningún lado. Por lo anterior somos llamados a llevar nuestra vida cristiana con la manifestación viva del fruto del Espíritu, es decir, una vida con carácter, y desde allí manifestar el poder que viene a través de los dones. 

Un amigo pastor una vez me dijo: Cuando Dios te llamó al ministerio te equipó con un paquete de dones… Y he podido ver que desde que Dios me llamó aparecieron habilidades que antes no tenía (venían en el paquete). Pero el fruto no apareció de un día para otro… Aun encuentro que me falta de la manifestación del fruto en su plenitud… Al mirar retrospectivamente puedo ver que hoy miro la vida cristiana diferente… He crecido en la paciencia, he crecido en fe, he crecido en templanza… he sido forjado por Dios…  y sigo en la misma senda… 

ARC.  En el horno lento de la maduración.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

9 CONSEJOS DEL APOSTOL PABLO A TIMOTEO

SI NADAMOS EN EL RÍO DE DIOS, DE NUESTRO INTERIOR CORRERÁN RÍOS DE AGUA VIVA

CAMINANDO EN LO SOBRENATURAL