10 Cosas que he aprendido en algunos años de ministerio…


10 Cosas que he aprendido en algunos años de ministerio…  Son muchas más (las cosas que he aprendido), pero quise poner un número simbólico pues estamos cumpliendo 10 años de ministerio. Sé que aún me falta MUCHO por aprender, y estoy matriculado en la escuela de Dios, donde cada día es algo nuevo para mí. 


     1.      He aprendido que NADA se mueve si no es por la voluntad de Dios. Solo si Él lo permite nos movemos  y somos. Algunas veces nos salimos de su voluntad pero no es porque a Él se le escape algún detalle. Simplemente nos permite salirnos de su perfecta voluntad y entrar en lo que es su voluntad Permisiva… Si soy parte de SUS planes para algún lugar, y momento,  y todo marcha bien, pero yo decido salirme de ese plan, por mi tozudez y porfía, solamente retraso mi ministerio, pero no echo a perder los planes originales de Dios. Para cada Saúl siempre existirá un David.

Hechos 17:27-18ª
Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos…

      2.      He aprendido que la INTIMIDAD con el Espíritu Santo es la llave para cualquier puerta, y a su vez es el factor determinante en la elección de las puertas que yo quiera abrir. Al estar en comunión estrecha con Dios, en el lugar secreto, Él mismo me mostrará cuáles son las puertas que debo abrir. La adoración me convierte en íntimo de Dios, aunque siempre pensé que yo era un favorito.


Isaías 45:1-2:
Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos.

      3.      He aprendido que su PALABRA es mi alimento, y beber de Jesús NO sacia mi sed. Si hay periodos de mi vida en que he estado raquítico espiritualmente es porque no he dedicado tiempo a alimentarme como corresponde. Dios sirve la mesa cada día, y es más, prepara una mesa con todo tipo de exquisiteces para degustar en presencia de mis enemigos, solamente tengo que sentarme a la mesa y disfrutar de lo que Dios aderezó para mí. Y mi sed se hace más intensa en la medida que bebo del Espíritu Santo. Es distinto a la sed física, porque si bebo agua mi sed física es saciada, pero si bebo del Espíritu mi sed de Él se intensifica, y siempre quiero más.

Salmo 119:103-105
 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.

Mateo 7:37-38
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 
7:38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

      4.      He aprendido que no necesito NADA en esta tierra, porque Dios conoce mis necesidades y las suple. Y si algo que yo pensaba que era necesidad no es suplido es porque en realidad no lo necesito.

Salmo 73:25
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

      5.      He aprendido que el pecado me separa de Dios, y pierdo mi comunión estrecha con el Espíritu Santo, sin embargo he aprendido también que el arrepentimiento, y la confesión me restituye la comunión.

Romanos 3:23
por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 

Romanos 6:23
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

      6.      He aprendido que Dios quiere proteger mis finanzas, y hacerme próspero, así como prospera mi alma. Y que dejó algunos principios irrenunciables que sirven de escudo. La primera es el diezmo, y un no diezmador es un ladrón. La segunda es el ahorro, si ahorro en los momentos de abundancia habrá reserva para los momentos de escasez. La tercera es la generosidad. El ser generoso en mi ofrenda desata el principio de la siembra y la cosecha. Si siembro un grano de trigo cosecho una espiga.

Malaquías 3:10
Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. 

2 Corintios 9:6
Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 

      7.      He aprendido que los títulos que dan los hombres honran al hombre. Pero si alguien quiere ser grande entre los hombres deberá hacerse servidor de todos. La política del reino es diferente a la que aprendimos en la vida. Y si Dios me honra, es para que yo retribuya entregando TODA la honra solo a Él que es quien la merece.

Mateo 20:26-28
Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

      8.      He aprendido que las tradiciones aprendidas o heredadas destruyen el verdadero sentido del evangelio. Las restricciones infundadas, o restricciones creadas por la iglesia para dar o para mostrar apariencia de estar dando lo que en realidad no puede dar. Ese famoso listado de “no hagas”, “no puedes”, “no digas”, sumado al otro famoso listado de “haz esto…”,  o “di aquello…”, cuando en realidad el evangelio debería ser natural.  Recibir y confesar a Cristo como Señor y Salvador de mi vida, es todo, manteniéndome dentro de los parámetros bíblicos, congregándome periódicamente, y teniendo comunión con mis hermanos en la fe. Y para “esas” cuestiones que no tienen un parámetro bíblico, el Espíritu Santo me dirá qué debo dejar y me enseñará lo que debo aprender.

Mateo 23:1-7
Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.  Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. 

      9.      He aprendido la sujeción, y que ésta me da pertenencia y paternidad. Cuando se revela en mi vida la paternidad, puedo ver también a Dios como ese padre amoroso que trata con ternura a su hijo. Mientras no se nos revele la paternidad podemos ver a Dios en un trono Alto y sublime, e imaginarlo reinando sobre todo el universo (imagen en intrínsecamente no es incorrecta, ya que Dios es soberano sobre TODO), lo podemos ver como el Dios Creador, como nuestro Salvador, como nuestro Señor,  pero nada más que eso. Pero deberíamos ver a Dios como un Padre, y aprender del Maestro quien llamó al Padre, Papito. Tomemos ejemplo de nuestros hijos, para ellos es natural la paternidad y acuden con confianza a nosotros y sin rezos aprendidos. Una vez que entendemos la paternidad se nos hace fácil la sumisión. No existen los llaneros solitarios, tengo discípulos, tengo un líder.

Hebreos 13:17
Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose. . .

      10.  He aprendido que el matrimonio es el regalo más maravilloso que Dios le entregó a la humanidad. Sin embargo el hombre ha tergiversado la imagen del matrimonio sacándola fuera de los parámetros bíblicos. El  hombre no ha sabido ser hombre de reino al no ejercer la autoridad dada por Dios para su familia. El matrimonio es como dijera el apóstol Pablo, como Cristo y su iglesia. Cristo se entregó a si mismo por su iglesia, una entrega sacrificial. Pero el hombre hoy no ha entendido esa imagen y se queda con una autoridad mal ejercida que se convierte en autoritarismo. La idea es ser servido. Pero si entendemos el concepto de entrega sacrificial de Cristo hacia su iglesia comprenderemos a cabalidad cómo debemos ser nosotros en el matrimonio. Un hombre de reino se entrega sacrificialmente a su esposa, por lo tanto ya no quiere ser servido, sino se convierte en un servidor.

Efesios 5:28-33
Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.


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